martes, 3 de abril de 2012

Capítulo 20: Happy Birthday!


Hace exactamente un año, E&E estaban en medio de una mudanza. Se marchaban del que había sido su hogar desde que se casaron, la Alameda de Osuna. Aunque ahí habían sido muy felices durante casi 5 años, siempre habían tenido ganas de mudarse al centro. Estar en el jaleo, en algún barrio donde abunden los artistas, donde puedas salir a tomar algo andando y quedarte hasta tarde sin pensar en un viaje larguísimo en metro para volver... Un poco de aire nuevo (que no tenía por qué ser precisamente aire fresco).

Hoy, Elisabet se despierta y en vez de ver cajas por doquier, se dirige a su clase de guión en el centro de la Gran Manzana. Han pasado muchísimas cosas en este año, el vigésimosexto de su vida. Cosas buenas, otras no tanto... risas, alguna lágrima... Un año que no olvidará jamás. Por lo pronto tiene mucho que escribir. La idea que había traído casi más o menos desarrollada no le convenció de todo al llegar aquí, así que buscando en su entorno más cercano se dio cuenta que la inspiración puede estar en cualquier parte... pero esa película tendrá que verse algún día en los cines. Aquí no va a ser contada.

Lo que sí será contado aquí es como Ethan también se levanta y sigue su rutina tri-semanal de salir a correr y hacer ejercicio. Para variar un poco de ruta, corre alrededor del barrio y utiliza un andamio para hacer dominadas, flexiones... la gente debe estar acostumbrada a estas cosas porque nadie le presta mucha atención. Mejor.

Vuelve a casa y pasa la mañana concretando un plan que tenía en mente para sorprender a Elisabet. No es nada fácil. La idea es recogerla en la escuela e ir a tomar el ferry que sale de Manhattan y cruza a Staten Island. El problema es que encontrar los horarios, el metro más cercano, la hora de vuelta, en inglés no es fácil. Por otro lado, Ethan quiere llevarla a un restaurante que vieron cuando fueron al concierto de Vetusta Morla, pero no sabe cómo se llama y sólo se acuerda más o menos de dónde está. Habrá que arriesgarse.

Sobre las 4.30 pm se encuentran en la puerta de la NYFA Soho, donde Elisabet estudia. Dan un pequeño rodeo por la zona para encontrar un lugar que Ethan cree que está por ahí pero no sabe exactamente dónde. Al final lo encuentran y a Elisabet se le iluminan los ojos con la simple imagen mental del crepe que se va a comer. Delicioso.

Una vez merendados, viajan en metro hasta la estación (o embarcadero) donde tienen que coger el ferry. Es un ferry gratuito desde el que se contemplan unas vistas espectaculares de Manhattan y de la estatua de la libertad. Además el plan de Ethan consiste en ir con el horario justo para que cuando vuelvan esté atardeciendo y la luz sea perfecta. Ya llegando al embarcadero, ven que la gente empieza a correr como si no hubiera un mañana para no perder el barco. Ellos van tranquilos, está todo bajo control.

Esperan 15 minutos y toman el bote rumbo a Staten Island. Aunque el día está soleado, sopla un viento de considerable magnitud. El viaje dura unos 25 minutos y pasa bastante cerca de la estatua. No es tan grande como pensaban pero es bonita y archisimbólica. Al tocar tierra bajan del barco y tienen intención de dar una vuelta por la isla, pero el viento sigue apretando cada vez con más fuerza, así que mejor esperar en la estación a tomar el barco de vuelta.

La vista de la estatua y de la ciudad de Manhattan es impresionante. La luz se refleja en los rascacielos del World Trade Center dotándola de un brillo dorado impresionante. Cuando quedan unos 5 minutos para llegar, un tripulante del barco se acerca a ellos y les dice: "Si bajáis una planta del barco tenéis unas vistas impresionantes de la ciudad" "¡Pero qué simpática es la gente aquí, pardiez!" piensan mientras deleitan sus ojos con la "postal en vivo".

Desembarco, un poco más de metro y rumbo al restaurante. Una vez llegados, ven que se llama La Bottega. Son las 7.30 y digan lo que digan los americanos, es muy pronto para cenar. Así que dan una vuelta por Chelsea Market, un sitio antiguo que han remodelado y convertido en un mercado chic, tipo el Mercado de San Miguel en Madrid. En este sitio puedes comerte una langosta por 14 dólares, pero ya están cerrando los restaurantes que hay dentro, así que la langosta tendrá que esperar.

Cuando ya les empieza a entrar el hambre cruzan la calle y entran a La Bottega. El restaurante tiene una iluminación preciosa, con tenues lámparas colgando por todas partes, todo revestido de madera, botellas de aceite de oliva y vino adornando las paredes... Piden media botella del vino de la casa, un tartar de salmón de entrante y de plato principal ravioles y gnochis. Todo está exquisito y el servicio, como suele ser habitual aquí, también es muy bueno. La cuenta también es acorde a la exquisitez del sitio, pero un día es un día. Tampoco es tan caro, para ser Nueva York.

Una de las cosas que les llama la atención es que una vez que se llevan la tarjeta para cobrarte, te traen otra vez el ticket y tú puedes poner si quieres la propina ahí. Pero no se vuelven a llevar la tarjeta con lo cual, se quedan con tu número por un rato, hasta que vuelven y añaden la propina que les hayas dado. Hay que fiarse mucho de ellos, ya que podrían hacerte un desfalco de los guapos. Menos mal que In God we trust.

La vuelta a casa se hace un poco pesada porque no tienen más remedio que coger un tren local, que a diferencia del express, va parando en todas las estaciones. Siceramente, Harlem no está tan cerca como parece, aunque también depende mucho de lo cansado que esté uno. La vuelta a casa siempre suele ser más tediosa. Cuando llegan al apartamento 44, con la sensación de haber estado fuera mucho tiempo, se dan cuenta de que apenas son las 10 de la noche. El horario americano les está afectando lo quieran o no.

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Es martes. La festividad elisabetina ha pasado sin penas y con mucha gloria. Lo pasaron muy bien ayer. Pero hoy es un nuevo día y hay bastantes cosas por hacer. Se levantan pronto porque quieren ir a un centro comercial más o menos cercano donde tienen una tienda llamada Target, que es una especie de Carrefour. Quieren ver si los precios son más baratos que en los otros supermercados a los que han ido. Además en este sitio tienen ropa y algunas otras cosas.

Toman el autobus que cruza el Harlem River y les deja en la otra orilla, que ya pertenece al Bronx. Aunque el centro comercial no está lejos, tienen que caminar un rato. Estos sitios no están hechos para venir andando, ya que hay muchísimo parking (un edificio entero es sólo para aparcar) y atravesarlo a pie es un poquito aburrido. Llegan al enorme supermercado y empiezan a recorrerlo. Elisabet pregunta por unas zapatillas y tardan media hora en traérselas del almacén, ya que la distancia que tiene que recorrer la dependienta es gigantesca. Los precios de la comida y demás no es más barato que en los otros sitios a los que han ido, aunque obviamente hay más variedad. Al volver, el autobus está "hasta las orejas". Casi no pueden entrar. Menos mal que son 4 o 5 paradas. Elisabet se va directa a clase. Ethan se queda en casa contestando unos correos, come y se marcha a su nuevo curso. Hoy es el primer día del Acting for Film and TV.

El sitio se encuentra al lado de donde ha estado haciendo el otro taller de máscaras, así que ya conoce el camino a la perfección. Al llegar, entra en el ascensor. Cuando la puerta se está cerrando ve que otro chico llega y le hace una señal como para que lo pare. Demasiado tarde. Al llegar a clase descubre que el mismo tío está en su clase y no le mira con cara de muy buenos amigos. Mala suerte, man.

El profesor les dice que van a ir pasando de uno en uno para grabar el monólogo que tienen preparado y luego lo van a analizar un poco. Así que mientras van grabando, tienen tiempo para estar fuera y conocerse un poco. El primer chico en hacer el monólo se llama Nicholas. Cuando sale, Ethan le pregunta en inglés qué tal le ha ido, le contesta que bien y se presentan debidamente. Nicholas le pregunta que de dónde es. Ethan contesta que de España. Una sonrisa cómplice se dibuja en la cara de Nicolás (no more Nicholas), quien le contesta (ya en español) que él es de Argentina. Una sonrisa todavía más grande aparece en la cara de Ethan: ¡Yo nací en Argentina!, le contesta Mr E con un acento indescifrable medio argentino, medio español anglosajonado.

Es gracioso porque Ethan tenía la sensación de que iba a coincidir con algún argentino en el curso. Nicolás lleva 1 mes en NYC. El verano pasado estuvo estudiando interpretación 2 meses pero ahora ha venido a quedarse. Es muy simpático y a Ethan le da mucha alegría encontrarse a alguien de su tierra. Lo bueno es que hay varios extranjeros en la clase. A parte de ellos dos, hay un chico de París y una chica de... algún sitio rarísimo que no llegan a entender. Ella es asiática pero no es de ningún país asiático típico.

Cuando llega la hora de ver todos los monólogos el profesor confiesa que ha tenido la cámara encendida todo el rato. El ejercicio que quiere hacer es que notemos las diferencias entre el momento en que estamos charlando tranquilamente con él y cómo cambiamos cuando nos ponemos a actuar. Menuda jugarreta. Aunque tiene su gracia. El monólogo no ha ido tan mal como Ethan esperaba.

Para las próximas clases tienen que preparar una escena con otro compañero/a. Se tienen que poner de acuerdo por email pero no pueden quedar para ensayar. La gracia de este ejercicio es reproducir cómo se trabaja en el mundo profesional, donde cada actor recibe el guión, se lo estudia y luego llega al set de rodaje y tiene que acoplarse a sus compañeros. La chica de al lado, Nora, le pregunta si quiere ser su compañero para la siguiente clase. Primero había pensado decírselo a Nicolás, pero eso no habría sido lo mejor para su inglés. Así que intercambian los correos y se despiden hasta la semana que viene. El curso ha empezado bien, ojalá siga así.

Elisabet ha estado escribiendo durante toda la tarde y ha avanzado mucho en su proyecto, así que está contenta. También está emocionada porque ha recibido un mensaje de su compañera Manuela, la que fue a la iglesia con su novio. Resulta que él le ha pedido matrimonio el día de su cumpleaños (3 de abril) y ella ha dicho que sí. ¡Menudo regalo!

El cine en casa no está por la labor de funcionar muy bien así que cenan sopa y ensalada y a dormir. Al día siguiente toca más escritura, más diversión y más vivir NYC.

3 comentarios:

  1. Aunque no comente en todas las entradas no me pierdo ni una! Me ha encantado este capítulo, sobre todo la descripción del cumple de Elisabet (qué envidia!!! jeje) y el encuentro con "Nicholas" xD... Jo, me alegro un montón de que os siga yendo todo tan bien. Un beso enorme!! ^^

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  2. ¡guauuuuuu! qué súper emocionante todo!! me encantó la celebration del cumple y el encuentro con Nicolás ¡ya tenés con quién tomar mate! jaja! ¡IMPRESIONANTES FOTOS!!! Abrazos, os queremos!!

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  3. Muy bueno!... vengo siguiendo todos los capítulos y están todos muy interesantes. Ya se deja ver la mano del guionista de cine, por la escritura y la forma de cada relato.
    Creo que con todo esto ya tienen mucho más que para una peli, creo que es suficiente para una saga ó una miniserie...Ja! que bueno! El título sería "todo por un sueño"
    Sigan disfrutándolo mucho... a más de uno nos gustaría estar ahí! Dios los bendiga grandemente!!!
    Besos. Marcelo

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