domingo, 8 de abril de 2012

Capítulo 22: Barbacue(s)!!!


En san viernes santo, Elisabet no tiene clase. No se levantan muy tarde porque quieren aprovechar para hacer un poco de ejercicio juntos ya que casi nunca pueden. Desayunan en casa y se dirigen al Riverbank Park, a orillas del río Hudson, donde Ethan ya es un habitual. Elisabet se emplea a fondo y tras un rato de mover los músculos vuelven a casa.

En el camino se cruzan con una imagen un tanto extraña. Una especie de mini-procesión atraviesa las calles de Harlem. Serán unas 70 personas como mucho, pero llaman la atención porque la mayoría son monjes vestidos con hábitos grises y largas barbas. También hay algunos "seculares" y todos van recitando oraciones en latín. Da un poco de yuyu, para ser sinceros. A la cabeza del grupo, unos 20 metros por delante, un monje afroamericano carga una cruz y una corona de espinas. Curiosa estampa.

Una vez en casa, pasan la mañana escribiendo y haciendo la comida. Arroz con calabacín y pollo. Muy rico todo. Por la tarde noche les han invitado a una barbacoa en Brooklyn. Manuela, la compañera brasileña de Elisabet, y su prometido (desde hace dos días) van a celebrar el final del curso de fotografía de Derrick (así se llama el novio) con sus compañeros y otros amigos. Ethan decide no cargar con la cámara de fotos pensando que en una reunión de fotógrafos no hará falta. Craso error, nadie tiene cámara, así que no hay documento gráfico del evento en cuestión.

Llegan al barrio a eso de las 20.15. Al entrar a la casa y hacer las típicas presentaciones y decir qué están haciendo cada uno en NYC, Elisabet dice: "Este es Ethan, está estudiando interpretación". "Ah, pues que pase por aquí. Esta es la zona de los actores". Dos chicas saludan al otro lado de la habitación. Es una simple anécdota, pero es verdad. NYC debe tener una de las mayores concentraciones de actores por metro cúbico (sí, cúbico). Dicen que en Los Ángeles es todavía más exagerado, pero aquí es bastante impresionante.

Derrick es el encargado de pasar la carne por el fuego. Hamburguesas, salchichas y pollo. El primer pollo le queda totalmente afroamericano. Pero la segunda tanda y el resto de la comida está deliciosa. Entre los asistentes sólo hay dos chicos, Derrick y Ethan. La velada parece una reunión de la ONU. Suiza, Croacia, Holanda, Brasil, Mexico, EEUU, España, Argentina... y Andorra. Una de las chicas es de Andorra. E&E encuentran muy curioso que la única andorrana que han conocido en su vida la hayan tenido que conocer en NYC.

La horas pasan entre acentos y agradables conversaciones en torno a métodos de interpretación, vidas pasadas y proyecciones sobre planes futuros. La comida da paso al postre con una exquisita ensalada de frutas con helado. Todo bien acompañado por una cerveza hecha en Brooklyn. Cuando se quieren dar cuenta son más de las 00.30. El metro no va tan mal como esperan, pero llegan a casa con el único propósito de caer rendidos.

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El sábado por la mañana no tienen tiempo para mucho más que escribir un rato, ver el mail y poco más. Están invitados para comer otra barbacoa en Brooklyn. Una chica que conocieron en el cumpleaños de otra amiga al poco de estar en NYC, los ha invitado a disfrutar de los placeres carnívoros.

Se supone que cada invitado puede llevar algo para beber o para el postre. Ellos salen con el tiempo justo (como casi siempre) y tienen que pasar por la licorería para comprar un vino (un vino argentino muy resultón y a buen precio) y por el path market para comprar unas cookies. Elisabet está estresada porque van tarde y porque el ejercicio del día anterior se le fue de las manos. Tiene unas agujetas tremendas que la obligan a caminar de una forma dolorosamente cómica.

El caso es que van discutiendo de camino a por las cookies. En un momento acalorado, Ethan se frena en seco para respirar hondo y contar hasta diez. Elisabet sigue su camino. En estas un afroamericano de unos 30 años, con gorra para atrás y pintas de rapero se acerca a Ethan y le pregunta: "¿Hablas inglés?". Ethan le responde sorprendido que sí y el colega le suelta: "Muy bien hecho tío... Nunca tienes que dejar que te vean enfadado. Si te ven que pierdes los nervios ganan ellas... te lo digo yo, que llevo 10 años casado". El sujeto en cuestión le ofrece el puño para que Ethan lo choque en forma de "saludo del guetto" y se marcha diciendo "¡Paz, man!". Ethan sonríe pensando en lo surrealista de la situación. Esto sólo pasa aquí, obviamente.

Cuando llegan a Brooklyn no es tan tarde como parecía que iba a ser, así que van tranquilos. La casa de Ana está en un bonito barrio y tiene un jardín en la parte de atrás que va a servir de sala de estar para la ocasión. El día es espectacular.

La realidad es que al llegar, se encuetran con 3 chicas luchando por encender una bolsa de carbón. Le preguntan a Ethan si sabe algo de encender fuegos. El orgullo argentino contesta que sí, antes de que Ethan pueda pararse a pensar si va a ser capaz o no. El carbón sólo no va a encender así que hay que buscar algunas maderas para quemar. Están a punto de incinerar una silla vieja que en realidad esperaba ser restaurada... felizmente encuentran unas perfectas tablas y la situación vuelve a estar controlada. En pocos minutos un ardiente fuego arrebata los carbones hasta dejarlos blancos y a punto para acercar la carne. Hamburguesas, chorizos, mazorcas, ensalada y un sol espléndido hacen que el momento sea memorable. Incluso una curiosa ardilla urbana se acerca al final de la comida para compartir con ellos su alimento. Lo cierto es que una ardilla (al menos esta) vista de tan cerca no parecía tan simpática como las que se ven en central park. Era enorme y se acercaba sin cautela. Parecía una rata disfrazada.

Una vez que han disfrutado de la sobremesa y el café deciden viajar hacia Christopher St para dar un paseo y tomar algo en algún bar. Llegan a su destino tras un indeciso trayecto en metro. Acaban tomando otro café en una bonita cafetería francesa. El resto de nuevos amigos (la mayoría eran arquitectos españoles que por una razón desconocida sabían todos italiano, una actriz, una comunicadora de la ONU...) se van a una obra de teatro mientras E&E se quedan por la zona ya que sobre las 8 les han invitado a un cumpleaños muy cerca de ahí.

Compran un chocolate con mango y chili para el homenajeado y se acercan después de dar un paseo para hacer tiempo. Aún así, son los primeros en llegar, y eso que son españoles... El cumpleañero, Álvaro es amigo de Carmen, la primera amiga española que se encontraron en NYC. Les recibe con una fuente enorme de sangría toda para ellos. Lo bueno de ser los primeros. Los invitados van llegando, disfrutan de la charla, de unas ricas tostas y de un rato estupendo. El plan es seguir la fiesta en algún local de baile, pero E&E ya no dan más, después de estar todo el día fuera. Viajan juntos una parte del trayecto y se despiden.

Al llegar a casa, a pesar de estar rendidos, Ethan no se puede dormir. Se pone a ver una película llamada "Butterfly Effect" en el ordenador. Después de verla, sigue sin poder dormirse dándole vueltas a la cabeza. Finalmente entre teorías y filosofías se duerme.

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El domingo E&E tienen la costumbre de desayunar en el Dunkin Donuts. En realidad es una costumbre adquirida en las últimas dos semanas, pero es tiempo suficiente para afianzarla. Como no querían ir apretados con el tiempo y la tienda estaba abierta cuando volvieron la noche anterior, compraron un par de donuts nocturnos. Lo que sea con tal de arañar unos minutos al despertador...

Esta mañana van a la iglesia con Jared y Rhonda, los vecinos del 6º. Hoy repiten en su iglesia, la del pastor ex-jugador de hockey sobre hielo. Hay bastante más gente por ser Domingo de resurrección. El servicio está muy bien, tanto el mensaje como el tiempo musical. Una cosa que no entienden muy bien E&E es la tradición de los huevos de pascua. Durante el servicio anuncian que esa tarde tienen una actividad especial en Central Park, donde han escondido unos 2000 huevos de chocolate para que los niños hagan la búsqueda pertinente. Al salir de la iglesia le preguntan a sus amigos, pero no saben. Lo han hecho toda la vida, es una tradición (que en principio no tiene nada que ver con la iglesia) pero no saben de dónde procede. Habrá que mirar en google.

El plan continúa con un delicioso brunch en un restaurante francés donde Rhonda y Jared habían trabajado hace tiempo. La comida es espectacular y todo el mundo les saluda súper amablemente. Se ve que cayeron muy bien en su etapa aquí. Cuando ya están llenos les invitan a dos postres que haciendo un gran esfuerzo consiguen terminar. Gran esfuerzo.

Por cierto, en la mesa de al lado se sienta una famosa. E&E no saben el nombre pero les suena mucho la cara (ver foto). Sus amigos les comentan al salir que había bastante chismorreo en la ciudad porque esa famosa estaba en el restaurante con otro actor. Resulta que habían empezado a protagonizar una obra juntos y ambos se habían divorciado de sus parejas para salir juntos. Vaya tela. Y vaya tela también que ya van 2 Maxis Iglesias y 1 Debra Messing, pero ni rastro de Woody Allen (quitando al doble, Ludovic).


Vuelven a casa con la sensación de que van a reventar. Se tiran un rato en la cama pero después vuelven a la escritura. Al rato suben al roof top, ya que Rhonda y Jared les han enseñado la forma adecuada de subir sin hacer saltar la alarma. El sol se va poniendo sobre Harlem y las vistas invitan a disfrutar del momento. Luego tocará cenar, ver un par de pelis y a dormir. O a intentarlo.

2 comentarios:

  1. ¡madre mía, no paráis! bueno, se les fue la semana santa en un suspiro, por aquí con lluvia y fresquito poco salimos pero de vacaciones siempre se está bien. Ahhh! y menos mal que pudiste encender esos carbones, el orgullo patrio a salvo...
    jaja! abrazos!!

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  2. Que linda aventura!
    ... por acá pasamos la semana santa sin luz ni agua debido al tornado que insolitamente pasó por Bs As, afectando particularmente zona oeste y en especial Ituzaingó. El centro de la ciudad quedó destruido, gracias a Dios, esta zona del parque Leloir no la tocó.
    Saludos

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